Andante por tu ser,
regálame un instante,
seré más que una sombra
y olvida el qué dirán.
Tu cuerpo vibrará
con eco palpitante,
beodo de mis besos
bordados con champán.
Palpito entre tu selva
y el mítico cuadrante,
perfuma con tu esencia
al terco talismán;
alumno de tu rejo,
aprendo del amante
que rasga por costumbre
la cueva del chamán.
Imberbe es mi sonrisa
y muere mi inocencia
cautiva de la sima
que atrapa mi deseo,
y en gotas de suspiros
el tiempo no se marcha.
Se queda en mi sudor
la paga efervescencia
del primal destrenzado
en brazos del mareo
que esparce a flor del río
la prímula y la escarcha.