Encontrar la palabra.

Ángel nos va dejando su huella inconfundible en ese camino inequívoco 
que recorre su verso sencillo e inteligente, para coducirnos a esos lugares del alma 
y del pensamiento donde vive la palabra; su palabra, con la vocación de hacerse poesía
como " La flor más bella, o como la flor marchita "; y  como  "  La idea " que todo lo alcanza 
y lo analiza.
Para "Disecar la palabra ...", Ángel separa los pétalos de las hojas muertas, para hacer 
sus versos de amor, llenos de aromas y de ternuras, o de nostalgias y de tristezas.
Después estruja la idea para sacarle la esencia de donde bebe su pluma para poder 
decir:" Lo que quiere que diga ... " . Así, su poesía se hace sutil y reflexiva; y es 
la palabra la que construye puentes entre las parcelas que constituyen su obra :
Las horas Largas, No busques musas, A media vida, Llorar en seco, Desde el cenit 
y Queda tu esencia.
Con estas premisas, Ángel nos hace  el inventario de esas cosas de la vida 
donde pensamiento y sentimiento, en mezcla sublime, los esparce en cada poema 
para dejarnos su juicio analítico; o un suspiro, o una sonrisa.
Si queréis encontrar su palabra y disfrutarla: ¡ Caminad como yo, despacio ! Muy despacio 
entre sus páginas.

Tus ojos.

Si cuando estamos juntos

se te escapa algún suspiro;
y una lágrima se enreda en tus pestañas,
aunque no sepas por qué;
si no te escribo

y en lugar de un verso
te susurro al oído
dulces palabras de amor
y acompaso mi latido con el tuyo,
no culpes a mi musa,
ni tampoco a mi bolígrafo.
Son tus  ojos,
esmeraldas salpicadas de rocío los culpables;
y no ellos, ni yo.

Mis besos. *

No me pidas que te dé
un sorbito de agua fresca
del manantial de mi alma
para aliviar tu sed;
si cuando estás conmigo,
corre el fuego por mis venas como un río
y donde antes manaban versos
ahora solo manan llamas
como besos encendidos.

Tus Labios. *

No me pidas
que te haga
con mis versos
una flor
y la prenda
en tu cabello;
si el temblor
de tu mirada
y el latido
de tu pecho
te delatan.
Y son tus labios,
encendidas
amapolas,
los que están pidiendo
a gritos,
una cita
con los míos,
en el umbral de tu boca.

Maldigo. **

Maldigo al rayo homicida
que aquella noche de abril
cayó sobre tu jardín
cuando todo en tí florecía.

Y a la mano traicionera 
que te robó la sonrisa  
y dejó sobre tus labios
la más triste de las muecas.


Por eso escribo con rabia  
y maldigo en mi poesía:
al pintor de los pintores;
que teniendo otros colores
pintó de negro tu vida. 


Lo maldigo todo hermano 
y reclamo para tí, justicia;
arrojando contra el cielo
mis versos llenos de ira.