que no sabes lo que es el miedo
de enfrentarse con la nada
y vivir sin la esperanza
de que te salgan las alas
para llegar hasta el cielo.
Atí,
que construiste tu barca
con madera de una cruz;
y con espinas y clavos
has fabricado tus lanzas.
A tí,
querido amigo te digo
y pongo a tu dios por testigo
que también tuve una casa
con una ventana muy alta
y veía hermosos prados;
pero un viento uracanado
de un portazo cerró los postigos
y ahora me siento perdido
sin casa y desarraigado.
A tí,
también quiero decirte
que por pensar de otra manera
y por mirar desde otro lado,
tú esperas la recompensa
del Paraíso soñado;
y yo, que a tu lado camino
al morir tan solo espero
en la tierra un agujero
o en el camposanto un nicho.
Pero de corazón te deseo
que llegado el día postrero,
te pasees por tus prados;
y aves de mil colores
levanten el vuelo a tu paso.
Y seas tú o yo el equivocado,
quiero que sepas, amigo,
porque igualmente te aprecio;
que siempre tendrás mi mano.