En el porche de mi casa,
desde que tú te fuiste
esperan dos copas llenas.
Una llena de tu ausencia,
la otra... De nuestras penas.
¡¿ Que has muerto, Pepe ¡? ¡ Es mentira.
No mueren las personas buenas !
Te fuiste con la noche
buscando no sé que estrella
y no te importó la lluvia
ni te asustó la tormenta.
Tu pecho es un baluarte
que la vida forjó de acero
y tus manos son dos palomas
que jugarán con las nubes
y le arrancarán con sus vuelos
las sonrisas más traviesas,
como arrancaban a tus nietos
picoteando en la mesa.
Pepe, no olvides que te espero
que esperamos todos tu vuelta
para apurar esas copas
y descorchar la botella
que los que te queremos tanto,
para que ya no te vayas
hemos llenado de estrellas.
Lino, qué bonito, cómo se nota que compartías con él el cariño a los nietos. No te preocupes, hermano, él seguro que en alguna estrella, está sentado contemplando a sus nietos, a su hija Fátima y a tu hijo Mauro y de vez en cuando se acercará a darles un beso y a tí en el oído te dirá ¡ Que suerte tienes compradre! ¡aunque yo no me quejo, pues desde aquí arriba se ve todo más cierto. Un abrazo. Antonio
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