Que nadie lo sepa María;
que no sepa nadie que todo es un sueño;
y mañana como ayer, como todos los día del año,
vuelverás a aparecer por ese pasillo; taconeando.
Y no nos digas que te jubilas,
que el tiempo pasó y que ya no hay remedio;
que si tú quieres, solo con cerrar los ojos,
podemos rebobinarlo.
Ahora yo, y es el caso, por ejemplo,
te estoy viendo entre los muros
de aquel chalecito blanco realizando tu tarea:
Hacer de ese recinto el más bello de los mundos,
donde fuimos como hermanos.
¡ Cuánto sufrimiento tocaste con las manos !
¡ Cuántas tachaduras en aquel viejo cuaderno,
cuánto trabajo y cuánta miel derramaron esos labios !
Eras la contable y el angel de la guarda
de todos los enfermos...... Y también de los sanos.
Por todas estas cosas, María; no digas que te jubilas;
que los martes de mañana y los miércoles
por la tarde, quiero verte en el quirófano.
Pero por si acaso estoy equivocado
y soy yo el que en su fantasía, ya sabes que soy medio poeta,
está soñando,
quiero que sepas, y no lo eches al olvido;
que siempre tendrás tu casa
en ese lugar del alma que reservo a mis amigos.
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