Una mañana en el colegio,
una mañana cualquiera;
todos medio dormidos
deshojando alguna rosa
y los bancos y las mesas
con sus sueños de madera.
Una tarde de tormenta
y caballos desbocados
galopando en mi pradera.
Un ángel con las alas rotas
se ha caído del cielo
y está llorando en la puerta;
porque alguien le dijo en laTierra
que con las manos manchadas de barro
no podía contar las estrellas.
Así pasaba mi adolescencia.
Una niña bonita,
el primer amor
y la primera pena.
Un sí pero no,
un quizá,
un tal vez algún día.
¡ Qué deprisa pasó la vida !
Después de tantos años
todavía me pregunto:
¿ Cuántas estrellas habría ?
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