El niño que nació poeta
creía que la brisa era el suspiro
que a las ninfas el amor arranca
de sus pechitos de escamas,
cuando la luna, coqueta,
se balancea en el agua.
Que las luces que en la noche
al mirarlas centellean
y las gotas de rocío derramadas
en los valles y praderas,
no eran sino el llanto de las flores
que al pasar la primavera
se marchitan de tristeza.
El niño que nació poeta
se enamoró de una estrella
que inventó en su fantasía
y soñó que era un lucero.
Para estar cerca de ella,
con sus versos y poemas
hizo una casa en el cielo
y otra, donde vive su recuerdo,
la construyó de piedra,
en un rincón de su memoria.
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