Desde el abril de mis años,
te buscaba sin saberlo
al arrullo de mis sueños.
Te busqué cuando era un niño
en los libros del colegio;
y al llegar mi primavera
cuando ríos de ilusiones
me corrían por las venas
en la soledad del alma,
yo te busqué en mis versos.
Yo buscaba una quimera,
una diosa de ojos negros;
y ahora que ya no la busco
y el frío congela mis huesos,
en cada rincón de la casa
tú has encendido una hoguera.
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