martes, 3 de mayo de 2016

Una carta al cielo.A mi amigo Gonzalo.

Hoy he vuelto a nuestra calle, Gonzalo,
por esos caminos tan largos del recuerdo
con la esperanza de encontrarte
y se ha hecho de noche en mi pensamiento.

Busco tu cara y quiero escuchar tu voz,
pero no consigo saltar esta pared tan alta
que ha levantado el tiempo .

Solo oigo un murmullo de niños jugando en mi alma
y mi pluma, al evocarte, llora desconsolada.

He guardado como un tesoro
los años que pasamos juntos
y este latido tuyo hace palpitar mis versos.

Nuestro barrio no es el mismo
y en sus calles, todo es nuevo;
de aquel bullicio de antaño
ya no quedan ni los ecos,
por que los niños de entonces
se fueron haciendo viejos.
Ya no pasan corriendo las cabras
con sus balidos plañideros;
ni bajan por la cuesta,
rumiando su aburrimiento 
aquella pareja de vacas.
No se escucha a la viejecita desdentada
que nos vendía los barquillos.
Ni el chirriar de los carros cargados de heno.
Ahora el suelo no es de piedras,
las han cubierto con un manto muy negro.

El viento no lleva fragancias de acacia
y los dos madroñeros, ¿ te acuerdas ?
que enamorados enlazaban sus ramas
y ebrios de amor parecían darse un beso;
ya no están junto a tu casa.
Todo ha cambiado.

Me han dicho que ahora vives en el cielo
y que hiciste nuevos amigos;
pero quiero que sepas, Gonzalo
que el niño que escondo en mi pecho
hoy quiere jugar contigo. 

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