Ni subido a una escalera
conseguiría besarte,
por eso cogí de mi boca
el beso más grande
para lanzártelo.
Venías como una reina
entre vítores y aplausos,
balanceándote.
¡ Estabas tan guapa...!
De pronto callaron todos;
se produjo un silencio impresionante
y una canción, como un lamento,
cayó sobre ti y sobre la noche.
Entonces ocurrió el milagro :
Dos lágrimas como dos soles
rodaron por tu cara
a la luz de los faroles.
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