a las calles de mi barrio,
como los enamorados vuelven
al lugar de su primer beso.
¡ Que tristeza al ver mi casa !
Aquella casita blanca donde transcurrió mi infancia;
tan sola y abandonada.
El bello árbol de acacia que le daba tanto encanto,
lo talaron
y no se oyen los trinos de sus pájaros,
ni la alegre algarabía de los niños;
ni las ruedas de los carros; chirriando.
¡Cuánta pena acumulada
con el paso de los años !
Mi calle está solitaria;
pero tengo cuando cruzo cada esquina,
esa sensación extraña que notamos
cuando alguien nos está mirando.
Son ellos;
que en estas tardes de Otoño, se acercan con el viento,
para dejar en mis versos un rayito de esperanza.
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